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Foto del escritorGonzalo Escrig Molina

La seducción oscura de la pantalla: una mirada al consumo de pornografía en la adolescencia

No hay duda de que vivimos en una era de avance digital, en la que el acceso a la pornografía por parte de los más jóvenes se ha vuelto mucho más fácil y accesible. Los niños, mayoritariamente de entre 14 y 16 años, están cada vez más expuestos a material sexual explícito y los padres no son conscientes de los efectos negativos que puede tener el consumo de este tipo de contenidos en la vida sexual y social de sus hijos a largo plazo.


De hecho, la red Jóvenes e Inclusión y el Grupo GIFES de la Universidad Illes Balears realizó un estudio con estudiantes universitarios que revelaba que el 70% de los jóvenes españoles ha consumido contenido pornográfico en internet, al que se accede por primera vez aproximadamente a los 8 años y cuyo consumo se generaliza a los 14. En verdad, un 56% de los participantes aseguraron a los investigadores que empezaron a ver porno en internet con 15 años o menos.


La influencia de la pornografía en la percepción de las relaciones sexuales


El consumo excesivo de este tipo de contenido puede afectar la percepción de los jóvenes sobre el sexo y las relaciones personales. El principal problema de la pornografía es que ofrece a quien se expone a ella un modelo de sexualidad completamente reglamentado, como si se tratara de una receta con unos pasos a seguir que es posible dominar para que el plato final salga bien. Esto puede generar expectativas poco realistas en cuanto a la frecuencia, la duración y el tipo de actos sexuales.


La violencia contra la mujer


El contenido presente en la pornografía más comercial distorsiona los papeles de la mujer y el hombre, generando en los más jóvenes la imagen de que la mujer debe ser sumisa, siendo su único fin dar placer a su pareja, mientras que el hombre debe cumplir un papel mucho más agresivo y centrado en su satisfacción personal.


El profesor Walter Dekerseredy, de la West Virginia University, ha llegado incluso a relacionar el consumo de pornografía con el abuso de la mujer. Especialmente el abuso dentro de la pareja.


En un estudio realizado en 2016 sobre el comportamiento sexual de consumidores habituales de pornografía, se determinó que las acciones más agresivas llevadas a cabo por los hombres eran los azotes ligeros a la pareja, que se repetían en un 73% de los encuestados. Mientras que el comportamiento sexual degradante más común reportado tanto por hombres (70,6%) como por mujeres (64,7%) fue haber efectuado una felación, con el hombre de pie y la mujer arrodillada.


La adicción sexual


El consumo excesivo de pornografía también puede llevar a la adicción sexual, lo que puede afectar negativamente la vida de los jóvenes. La adicción a la pornografía puede tener efectos similares a los de la adicción a las drogas, incluyendo cambios en el cerebro y la forma en que se percibe el sexo.


Cuando se desarrolla ¡adicción a la pornografía, el cerebro cambia tanto estructuralmente como químicamente. Dichos cambios pueden revelarse a través de síntomas de ansiedad, estrés, dificultad para concentrarse en determinadas tareas, temor a tomar decisiones, cambios de humor, apatía, depresión y una sensación de estancamiento en la vida.


Al final, la teoría es muy fácil de entender. Cuanto más se altere el circuito de recompensa, mayor será la exposición requerida, tanto en frecuencia con en intensidad, de los estimuladores para poder alcanzar el nivel de dopamina deseado.


La necesidad de educación y prevención


El papel de la educación sexual es de vital importancia para evitar que la pornografía sea la primera y principal vía de acceso de los adolescentes a la información y conducta sexual. Es primordial capacitar a los niños de la información necesaria para que, cuando estos comiencen a consumir este tipo de contenidos, puedan comprender que el comportamiento reflejado en ellos es pura ficción audiovisual creada con el propósito de entretener un deseo y no el de reflejar una realidad.


Además, es fundamental que los padres hablen con sus hijos sobre las relaciones sexuales. Si algo demuestran los datos, es que es un error dar por hecho que los adolescentes son capaces de aprender por su cuenta. Los padres pueden educar a sus hijos sobre la importancia de la comunicación en las relaciones sexuales y la necesidad de tener relaciones sexuales saludables y respetuosas.


Hay que añadir que se han identificado una gran variedad de vídeos pornográficos en los que se observan prácticas de alto riesgo. Desde el sexo en general sin preservativo al sexo anal sin preservativo con distintas personas, pasando por la eyaculación en la boca de la pareja, tras sexo anal sin preservativo.


Solo con la educación sexual pueden los progenitores cribar y filtrar la información que los encuentran en internet. Por ello es necesario que los padres sean conscientes del alto contenido accesible del que disponen sus hijos en sus dispositivos móviles y aprendan a manejar y controlar el acceso de sus hijos a dichos contenidos.


Bajo una determinada edad, limitar el acceso a la pornografía a través de las herramientas habilitadas por las principales compañías informáticas, al igual que se hace con los videojuegos o con otro tipo de películas, siempre puede ser beneficioso.


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