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Foto del escritorLaura Fargueta Pelufo

Las historias que nos acompañan

Actualizado: 28 abr 2023


El lector subyugado, René Magritte, 1928, óleo sobre lienzo, 92 × 73 cm, Louvre Abu Dhabi

En su discurso de recogida del Premio Cervantes de 2010, Ana María Matute definía la literatura como “una suerte de rebelión íntima […]: un estado natural que ayuda a trascender las etapas de soledad por las que, tantas veces, transita la vida". Así pues, aunque la literatura pueda parecer una actividad solitaria, ejercida en la intimidad de una habitación pequeña, no es una soledad “completa” per se, sino más bien lo que podríamos definir como “soledad acompañada”.


Lectores de todas las generaciones encuentran refugio en las letras, en las palabras de escritores que, aunque no estén físicamente presentes y quizás lleven siglos fallecidos, les comprenden mejor que ninguna otra persona. Para la escritora Paula Melchor, autora del poemario Amor y pan, la literatura ha sido, desde pequeña, “un refugio muy eficaz en el que otros mundos eran posibles, más allá de mi presente inmediato”, según ha afirmado en una conversación con la revista.


Durante la cuarentena por la pandemia de coronavirus, en la primera mitad de 2020, fueron muchas las personas que encontraron amparo del aislamiento en la cultura y, más en concreto, en la literatura. Un sector que, tristemente, a pesar de suponer el 2.4% del Producto Interior Bruto, apenas obtiene financiación por parte del gobierno. Lo que es más: se ha convertido en uno de los grandes afectados por la pandemia. Los trabajadores del sector cultural perdieron más del 36% de sus ingresos en 2020, un tercio de sus ganancias anuales, de las que dependen más de 700.000 familias.


La situación actual ha abocado a estos trabajadores a una precaria situación en la que apenas pueden hacer frente a los gastos necesarios para vivir (el alquiler, los recibos, seguros…). Casi el 60% de los profesionales declara ganar menos de 1.500 euros mensuales procedentes de su actividad cultural, muy por debajo del salario medio y mediano del país, según los datos ofrecidos por un estudio elaborado por ‘El observatorio social’ de la Fundación La Caixa.


Irónicamente, la cultura fue uno de los factores que más contribuyó a aliviar posibles problemas psicológicos derivados del confinamiento. Según un estudio del CIS, un 49% de las personas encuestadas afirmó que la cultura les había hecho “sentirse mejor” durante los meses de aislamiento. Aquellos que teletrabajaban inviertieron gran parte de su tiempo libre en el ocio audiovisual o literario.


La cultura fue uno de los factores que más contribuyó a aliviar posibles problemas psicológicos derivados del confinamiento

Mientras que los cines han pasado y están pasando por una situación muy difícil —sus ganancias actuales, dos años después de la pandemia, se limitan a una media 39% menor a la media de público y recaudación de los años 2015 a 2019—, las grandes plataformas digitales como Netflix han duplicado sus beneficios. Y ahora que los cines han reabierto las puertas, la situación persiste: las grandes plataformas digitales fagocitan a las pequeñas empresas.


Una situación similar se vive en el mundo literario. Durante la cuarentena, las grandes editoriales aprovecharon el bombardeo constante de publicidad para duplicar sus ventas, sepultando a las editoriales pequeñas de cuyos beneficios dependen las primeras necesidades de sus trabajadores. Estas editoriales han perdido la visibilidad que ganaban con eventos que la situación ha obligado a cancelar, como la Feria del libro, y su escasa publicidad ha pasado muy desapercibida. En consecuencia, muchas de estas pequeñas editoriales se han visto obligadas a cerrar, al ser mayores los gastos que el beneficio.


Jorge Molist, escritor de literatura histórica y ganador del XXIII Premio Fernando Lara por Canción de sangre y oro, ha expresado en conversaciones con la revista que “durante la pandemia, las personas buscaron refugio en la literatura porque necesitaban esperanza”. Para ellos, los libros adoptaron el papel de bote salvavidas.


La reducción del nivel económico y la pérdida del poder adquisitivo como consecuencia de la crisis derivada de la pandemia y, posteriormente, la guerra de Ucrania, ha perjudicado gravemente a la cultura: la gente invierte menos dinero en el sector.


Otras de las grandes perjudicadas han sido las librerías: aunque sigue siendo la opción preferida por los lectores para comprar libros, por encima de la venta digital, la brecha está cada vez más ajustada.

Las librerías tradicionales, las grandes perjudicadas

Dolores Mercado, dueña de la librería Erasmus en Alzira, afirma que los lectores prefieren comprar en librerías físicas: “La sensación no es la misma: por internet la experiencia se vuelve impersonal, al venir aquí podemos aconsejar dependiendo de la personalidad, gustos o el momento personal de cada uno”. Sin embargo, explica que su librería pasó un momento difícil durante la pandemia: “Aunque fueron muchos los que redescubrieron la lectura, en ese entonces la gente compraba sobre todo por Amazon o en las grandes cadenas”. Esto ha desembocado en que la gente se haya acostumbrado aún más a la venta online. “Las pequeñas librerías las sostiene la gente del barrio, los conocidos y poco más”. Otra de las dificultades que ha acentuado la caída en las ventas ha sido la guerra de Ucrania que empezó el pasado 2022: “Como todo viene de China, repercutió en el transporte a la hora de recibir mercancía”.


Para Paz Garay, dueña de la librería “García y Garay”, la situación fue relativamente más fácil, ya que se iniciaron en la venta online: “Tuvimos algunos encargos, pero no suplían la venta habitual. Gracias a las ayudas del gobierno, nos quedamos a tablas. La suerte es que el local es mío y no tuve que pagar alquiler”. Garay concuerda con Mercado en que “dos años después, la gente se ha enseñado a comprar más por internet. Nosotros tenemos una página web, pero eso solo lo saben nuestros clientes habituales”. De los días de pandemia, recuerda que en cuanto pasó lo peor, “la gente quería comprar en el barrio, apoyar al comercio local. Fue una ola muy pequeña de solidaridad que igual que vino, se fue”.


En cambio, Beatriz Garés, empleada de “La llibreria”, afirma que atravesaron un buen momento en ventas durante la pandemia: “Tuvimos bastante éxito con la venta online. Ahora, en cambio, notamos que el número de ventas ha bajado: la gente vuelve a tener vida social e invierte el dinero en los bares”.


Algunos entienden la literatura como una forma de evasión de la realidad; para otros, en cambio, es la herramienta que permite interpretar la realidad

Otro dato muy curioso que ofrecen las tres libreras es el cambio en los hábitos de lectura: no solo en el hecho de que la pandemia haya contribuido a crear más lectores, sino en los géneros predilectos. “Tienen mucho éxito los libros de autoayuda y pensamiento positivo”, afirma Garés. Mercado concuerda, pero añade que no solo están triunfando los libros de autoayuda, sino que también se están volviendo más populares algunos subgéneros de la novela de evasión, como la novela de misterio o la histórica. “La novela de misterio española tiene mucho éxito: no es la típica novela negra desagradable y gore, sino que plantea un misterio con un final satisfactorio”, explica Mercado. “Al final, todos los libros ayudan: en todos los libros hay historias de personas y hay personajes valientes, a todos les pasan cosas buenas y malas a lo largo de la vida con las que poder identificarse. Muchas personas están encontrando un referente en la literatura”, concluye.

La literatura es un alivio en la soledad - Ilustración de Laura Fargueta

Las historias, los caminos de letras, nos seducen y nos acompañan a lo largo de nuestra vida, nos hacen sentir arropados y acompañados.


Javier Navarro-Soto Egea, escritor y autor del poemario Hasta que nos duelan las costillas, expresa que para él la literatura funciona como antídoto para la soledad porque “nos cuenta una historia, pero sabemos que detrás de esa historia hay una persona que la ha hecho posible a través de la escritura, y porque detrás de una persona que cuenta una historia lo que hay es, en realidad, una persona que busca alguien a quien poder contar algo”. Un aspecto que le fascina de la escritura es “la posibilidad de abordar una misma idea de mil formas distintas sin aportar nunca conclusiones y que esa obsesión constante no levante sospechas, no tenga ninguna consecuencia salvo quizá algún levantamiento de cejas”. Para él la literatura no es inofensiva, sino “un juego, pero al mismo tiempo un campo de batalla”. “Es ignorada del mismo modo en que los niños son ignorados por sus padres en los parques”, describe.


Algunos entienden la literatura como una forma de evasión de la realidad; para otros, en cambio, es la herramienta que nos permite interpretar la realidad. A pesar de que Sócrates despreciase la escritura por considerar que aletargaba la memoria y que no permitía el cultivo y desarrollo del pensamiento, lo cierto es que, sin ella, habría sido imposible el desarrollo de las sociedades. Aunque no sea posible establecer una conversación física con un escritor ya fallecido, siempre podremos alimentarnos de sus palabras y pensamientos gracias a la tinta y el papel.


La literatura une. Si bien es una actividad inherentemente solitaria, contiene un fuerte aspecto social que crea lazos. Así lo creía Stefan Zweig cuando escribía en Mendel el de los libros que “Los libros sólo se escriben para, por encima del propio aliento, unir a los seres humanos, y así defendernos frente al inexorable reverso de toda existencia: la fugacidad y el olvido”.

 

LA CULTURA GRATUITA: MUSEOS VIRTUALES

Durante la cuarentena, el 95% de los museos del mundo cerraron sus puertas. Aunque muchos de estos museos consiguieron adaptarse a la situación —gracias a los recorridos virtuales y otros sistemas online que permitían que el público siguiese teniendo acceso a sus contenidos—, debido a la difícil monetización de estos contenidos digitales, sus ingresos no consiguieron mantenerse. Tras la publicación del Real Decreto 463/2020 de 14 de marzo, los museos españoles permanecieron cerrados una media de 91 días, según datos del Ministerio de Cultura y Deporte. Por otro lado, de acuerdo con el informe Museums around the world. In the face of Covid-19, los grandes museos perdieron hasta 600.000 euros cada semana.


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